En primer lugar, creo que es necesario advertir que el conflicto no terminó. Arranca ahora una segunda etapa que tiene un plazo definido de 30 días, durante los cuales estos "good fellas" del campo iran por más, con tanta o mayor virulencia que hasta ahora. Habrá que disponer de una mejor táctica y estrategia porque quedó claro una vez más que no se está dando una pelea con nenes de teta sino con verdaderos buitres ansiosos de poder.
La asamblea de Gualeguaychú, que fue presentada por los medios como una especie de cabildo abierto sojero, fue en realidad una demostración de fuerzas de Alfredo DeAngelis para Eduardo Buzzi en la interna que ambos mantienen por la conducción de la Federación Agraria. ¿Porqué se hizo esa reunión en Gualeguaychú y no en una localidad de la Pampa Húmeda, Córdoba o Santa Fe donde se concentra el grueso de la producción del agro? DeAngelis se propuso -y lo logró- instalarse como el dirigente agrario combativo y luchador que en realidad no es. Pero aprovechó muy bien las cámaras de televisión para lanzar su imágen más allá de las fronteras entrerrianas.
En el haber hay que admitir que este conflicto -que, insisto, aún no concluyó- permitió instalar públicamente la discusión sobre el modelo de país que queremos o necesitamos. Plantear la discusión sobre el dilema de la soja, panacea agraria para los que históricamente trabajaron en el campo, admitir que no es un recurso sustentable en el tiempo y abrir el plano del debate para confrontarlo con un modelo diferente, donde el desarrollo esté más ligado a lo industrial con mano de obra y valor agregado, con mecanismos de distribución de la riqueza más equitativos. Creo que este tema se instaló por primera vez desde que la soja irrumpió con toda su fuerza, no solo para destruir el suelo sino y sobre todo, para generar ganancias y corromper voluntades.
Pero para dar una pelea en ese terreno el gobierno debería realizar una fuerte autocrítica hacia adentro. Aceptar de una buena vez que hay que desactivar las peleas por espacios de poder interno en el área más sensible que es, precisamente, la de economía. Resolver de manera directa la pelea Loustau-Moreno e impedir que la figura de un jefe de gabinete se parezca cada día más a la de un bombero que corre cada media hora de despacho en despacho para apagar incendios. Incendios que solo puede prevenir y detener una decisión política de la presidenta.
Para ejercer el poder hay que consolidarlo, no solamente puertas afuera de las oficinas sino sobre todo dentro de la propia interna. Esa es una herida que puede ser aprovechada trágicamente por la derecha más reaccionaria para que sea funcional a sus intereses. Pero hay que cerrarla con cirugía mayor y no con curitas, que al primer raspón se desgarrán y causan más daño.
Llega la hora de almorzar. Quizás me encuentre con mi colega y amigo Jorge Villano para poder discutir un poco más sobre este tema. Posiblemente a última hora agregue algun otro post que valga la pena. Y si no, será hasta mañana.
1 comentario:
Uno breve: los que hicieron el lock-out lograron ya parte de lo que se proponían:los alimentos y demás productos aumentaron; eso es un objetivo indirecto de su accionar (desestabilizar). Lo hicieron con Alfonsín, lo vuelven a hacer ahora. Creo que la publicidad que hoy hace el gobierno, explicando el por qué del aumento de las retenciones, debería haber sido hecha antes. De todas maneras, bienvenida, más vale tarde que nunca.
Y bienvenido tu blog, Marcelo
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