Muchos, como yo, esperábamos un discurso un poco más contundente de la presidenta en el acto de Plaza de Mayo. Acaso porque una plaza colmada de gente de diversa extracción y condición, con y sin aparato detrás, podrían haber envalentonado a más de uno para pronunciar un discurso más explosivo o combativo por denominarlo de alguna forma.
Fue un discurso más bien cargado de apelaciones a la memoria histórica, con menciones claras a las contradicciones éticas y morales de los ruralistas que dicen representar al pueblo, instando a respetar la legitimidad que dan los votos en las urnas. Y una vez más, apelando al razonamiento, reclamando por favor a los protestones de panza llena que despejen la ruta y dejen circular a los camiones que transportan alimentos, insumos, mercaderías.
Quizás la intuición femenina haya obrado esta vez como factor de contención para sus palabras. Quizas intuyó que los 4 mandamás de las entidades del campo la estaban esperando agazapados para reaccionar ante lo que, suponían, iba a ser un discurso más enfático, con amenazas o advertencias, con elementos discursivos teñidos de bronca, con comparaciones de esas que son odiosas hasta los tuétanos. Sin embargo, se encontraron con una postura diferente. Quizás Cristina intuyó algo de eso, la reacción preparada de antemano, los discursos de respuesta altisonantes, la soberbia de los Buzzi, los Miguens o los Biolcatti. Y, seguro, los dejó pagando. Hasta el momento de escribir este post (20,30 del 1 de abril) practicamente no hubo mayores reacciones, por no decir ninguna de parte de esos sujetos. Que, me parece, deben por ahora estar más preocupados por convencer a sus bases y desactivar el paro, que por contestarle a la presidenta lo que no amerita ninguna respuesta.
La intución femenina, me parece, debe haber tenido algo que ver en la mesura que exhibió en su discurso. Es cierto y lo admito: aposté por un discurso más encendido, con mayor énfasis y, porque negarlo, hasta con algun anuncio de medida concreta o de advertencia mayor. No hizo falta. Si los ruralistas levantan el lock out, tendrán que pelear con sus propias bases a las que, ya es más que evidente, no pueden manejar. Y ese será, en primera instancia, el golpe más importante: haberles cambiado el eje de discusión y modificado el frente de lucha. Si se logra esto, no tendré más que rendirme ante la evidencia. Los tiempos políticos no van de la mano de nuestros (mis) deseos, sino de los tiempos que impone la coyuntura. Todavía no terminó la cosa. Hay aún bastante tela para cortar. Voy a afilar la tijera y nos vemos en el próximo post.
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