lunes, 21 de abril de 2008

ASUNCION...POSTAL DE NOSTALGIA

La agobiante sensación que genera la pobreza mezclada, en una misma paleta de colores, con la opulencia descarada. A cada cuadra. En cada esquina. Mirarlo no te da respiro.
Trazadas y construidas sobre la irregularidad de la ribera del río Pilcomayo, las calles asunceñas suben y bajan. Por eso, al recorrerla, sobreviene la curiosidad de saber qué paisaje se esconde detrás de cada calle empinada. Y la frustración y el dolor al descubrirlo en cada bajada.
Los lugareños hablan de un sector más antiguo de la ciudad. “Asunción Vieja” le llaman, como la “ciudad vieja” de Montevideo o los barrios coloniales que aun subsisten en varias ciudades sudamericanas. Pero Asunción ha quedado flotando en el tiempo. Aturden los edificios de 30 pisos, construidos al lado de casas, conventillos y sucesiones de piezas cuya antigüedad denotan sus ladrillos roídos por las décadas, la pintura que se resiste a desaparecer a pesar de todo.
Sorprende el asfalto en una ciudad donde predomina el empedrado. Acaso haciendo honor a que la capital paraguaya fue la primera del virreinato que adoquinó sus calles.
De lo que alguna vez fue una arquitectura colonial apenas queda el maquillaje desprendido de sus fachadas, grises de nostalgia como el cielo tormentoso que se cierne con frecuencia en los atardeceres capitalinos.
El contraste es permanente. De los verdes exuberantes que colorean las lomadas cercanas al aeropuerto o en las afueras lindantes con la ribera, al desgaste cromático de sus calles y avenidas, intrincadas y complicadas de transitar, que ni las puestas de soles logran reavivar aunque sea a través del tornasol natural de los últimos rayos.
Trajes y vestidos elegantemente copiados de las grandes marcas internacionales se entremezclan con torsos desnudos, ropas raídas, pies mayormente descalzos.
Rostros cuidados al detalle con máscaras cosméticas que inducen a colores más claros, menos mestizos, se funden con caras, manos, pieles curtidas, marcadas por el esfuerzo vano de conseguir una esperanza a la que aferrarse.
Camionetas y vans de última generación atropellan sin pausa “la dignidad de los nadies” (perdón Pino Solanas por el asalto a su frase), esos que a diario recorren las calles a pie o viajando en transportes destartalados al borde del peligro.
Menúes europeos en los “resto” de los hoteles de lujo compiten con el guiso de mandioca y carne, presente en la mesa de los humildes.
Todo este mestizaje de tendencias y costumbres, lanzado ante la vista sin medias tintas. No hay tonalidades intermedias. No hay transición en los paisajes. No hay respuesta para tanta injusticia. Ni hay alma que la soporte.
Asunción te rompe el corazón. Y te deja sin aliento después de recorrerla en una tarde. O en dos. Da igual el tiempo. Alcanza con mirar a los ojos a los nativos, los verdaderos, los guaraníes de piel y espíritu. Para saber que más de 300 años después, aún son muchos los que la siguen buscando, añorando, recordandola por lo que fue. Y sufriendo por intuir que difícilmente recupere alguna vez su esplendor.

1 comentario:

Graciela Dománico dijo...

Si a vos te duele como a mí
La lluvia en el jardín y en una rosa
Si te dan ganas de llorar
A fuerza de vibrar, por cualquier cosa-
Decí que hacemos vos y yo…
Esta nota sobre la impresión de tu visita a Asunción, con motivo de las elecciones del domingo, me remite al discurso de Evo Morales, en el Foro Indígena de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ayer en Nueva York.
Y te preguntarás que tiene que ver y sí tiene que ver porque en ese marco, Morales planteó diez mandamientos para salvar al mundo, la vida y la humanidad.
Los diez mandamientos están referidos al respeto a la tierra, renuncia a la guerra, relaciones bilaterales sin imposición, agua y tierra como derechos humanos, energías limpias, no a los biocombustibles, servicios básicos, priorizar lo que se produce, promover la diversidad de la cultura y el vivir bien a través de un socialismo comunitario, en armonía y con la Madre Tierra. En un primer punto dice que si se quiere salvar al planeta Tierra, la vida y la humanidad estamos en la obligación de acabar con el sistema capitalista, si no lo se lo hace será imposible pensar que habrá igualdad y justicia en este planeta.
Sigo participando....