jueves, 18 de noviembre de 2010

COMO PEGAR Y QUEDAR INDEMNE


Decíamos ayer que hoy íbamos a ver en los medios gráficos y televisivos cómo se tergiversaría el episodio protagonizado por la diputada Graciela Camaño pegándole un cachetazo al diputado Carlos Kunkel en plena reunión de la comisión de Asuntos Constitucionales. Obviamente, no había que ser demasiado lúcido para acertar en el pronóstico.

Básicamente, hubo un intercambio de roles, en el que Kunkel pasó a ser el agresor y Camaño la víctima de la “prepotencia” del robusto legislador kirchnerista.  Los diarios hegemónicos hablan hoy de escándalo, en términos genéricos y cuando profundizan en el tema van hilvanando sus argumentaciones para evitar una condena a la diputada y en cambio poner toda la responsabilidad en Kunkel. 

A ver: no se trata de una defensa ciega del diputado oficialista sino de sentido común. Quien perdió las riendas de manera insólita fue Camaño. Un cachetazo frente a las cámaras de televisión y un nutrido grupo de colegas legislativos no es un episodio menor. La agresión fue clara para propios y extraños. Y cargar las tintas sobre las formas del diputado kirchnerista como detonante de la reacción de Camaño no suena, ni de lejos, a argumentación válida. 

Pero esa forma de encarar la noticia está íntimamente relacionada con el despliegue del conglomerado de medios opositores para estigmatizar a todo aquello que provenga del oficialismo.  No es nuevo: recordemos las barbaridades que se dijeron (y dicen) tanto de la presidenta como de su esposo mientras estuvo vivo. Desde nazi y discípulos de Hitler en adelante, no hubo límites para la agresión verbal. En consecuencia nadie puede asombrarse de que esos mismos medios se nieguen a condenar la agresión, esta vez física, de una diputada que nunca ocultó su alineamiento con Duhalde, quien había prometido que este año el gobierno perdía por knock out o por abandono y esposa de un gremialista que había dicho públicamente un año atrás que “este gobierno no llega ni con muletas”. Todo tiene que ver con todo.

Si se tiene en cuenta que este episodio ocurre en medio de una maniobra golpista de la oposición parlamentaria (al menos una porción de ella) al no aprobar el presupuesto para el 2011 y exigir, en cambio, la aprobación de uno propio, en una actitud absolutamente incomprensible, el cuadro de situación se torna cuanto menos alarmante. Estamos a las puertas de un año electoral, con un escenario en el que, cada vez con mayor claridad, el oficialismo suma chances ciertas de ganar quizás sin necesidad de ir a una segunda vuelta (las últimas encuestas nada menos que de Poliarquía lo confirman). El rechazo al presupuesto y el cachetazo descalificador de Camaño preanuncian (ojalá me equivoque) una escalada de maniobras de la oposición, todas ellas desesperadas, no ya para ganar votos o intención de voto sino para evitar que el gobierno llegue con tranquilidad al 10 de diciembre del año próximo. 

Esa agitación estará potenciada, a no dudarlo, por una embestida cada vez mayor por parte de los medios concentrados y sus satélites (como Perfil, C5N, El Cronista, América 24, por mencionar a algunos) que amplificarán tales acciones con la consabida cuota de mentira y ocultamiento a que nos tienen acostumbrados.  Frente a ello, hay y habrá una mayoría cualitativa de argentinos que ha descubierto, algunos más, otros menos, que aún con las fallas y las deudas sin saldar que todavía existen, el país está gobernado por un gobierno con proyecto, con ideas y con gestión claramente desarrollada de manera cotidiana. 

Cuando las derrotas se huelen,  los nervios se desatan y las acciones a tomar suelen ser, siempre o casi, irreflexivas y harto peligrosas. Frente a este panorama haría bien el gobierno en mantener la calma y profundizar el rumbo, tratando de no entrar en el terreno de la provocación del rejunte opositor. La presidenta, cotidianamente, marca el camino en ese sentido. Ojala todos sus colaboradores la escuchen y la tomen en cuenta.


1 comentario:

HUINCA dijo...

Sí, hay que hacerse a la idea que harán cualquier cosa. No hay que perder la calma. Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa. Si estoy conchabado con los medios, pego y los medios me aplauden cuando pego, no hay dudas que intentarán ir más allá. Nunca hay que olvidar que detrás de esto hay individuos que directamente se juegan su supervivencia; no van a decir, "bueno, ya está, perdí".
Abrazo