La noticia acerca del supuesto levantamiento del programa de Nelson Castro que desde hace 4 años sale al aire por Radio del Plata ha provocado un revuelo de proporciones. Como suele ocurrir cuando medidas de este tipo afectan a los representantes del poder económico y político, se alzan las voces de siempre para salir en defensa de la libre expresión y denunciar presuntos actos de censura, en este caso atribuidos al gobierno.
Esas voces críticas, que hacen gala de una defensa irrestricta de la libertad de prensa cuando se trata de cerrar filas en torno de la defensa de sus intereses personales, suelen hacer un llamativo silencio cuando situaciones similares afectan a otros periodistas que no están dentro de su “círculo áulico”. Y berrean a traves de los micrófonos o destilan gritos tribales de venganza mediante el papel impreso afirmando que el gobierno de turno “cercena los espacios para libre expresión y afecta la credibilidad del periodismo”. Incluso se ha llegado a decir, a prpósito de lo de Nelson Castro (que por el momento no ha sido confirmado) que el gobierno cada vez deja menos espacios para la opinión crítica hacia su gestión. Veamos si esto es cierto.
En el mundo de las radios, con la excepción de Radio Nacional y AM 530
De modo que, sin incluir aquí un repaso por el panorama de los medios en el interior del país, nos encontramos con que el 80 por ciento de los medios de comunicación manejados desde Buenos Aires con alcance nacional está en manos de la oposición en sus distintas variantes. ¿Cómo es posible entonces que se hable con tanta liviandad de cercenamiento de espacios por parte de quienes los detentan, muchas veces con el aporte económico de la publicidad oficial? Y si no se cree esta afirmación, los invito a repasar las páginas de esos diarios citados o los programas de radio de mayor audiencia y comprueben la cantidad de publicidad oficial que reciben.
Si levantan el programa de Nelson Castro, sobre cuya profesionalidad y actuación no abro juicio, no se tratará de otro episodio muy diferente de los que se suele vivir en esos grandes medios cuando sus periodistas no comparten la línea editorial que profesan. Cuando ello ocurre, ninguno de quienes hoy forman parte del vocinglerío por la libertad de prensa abre la boca para decir absolutamente nada. Todos ellos saben muy bien que los dueños de los medios son los que marcan la línea editorial. Si los nuevos propietarios de Radio del Plata modifican la línea editorial de la radio, Nelson Castro tiene dos opciones: aceptarla y adecuar sus opiniones o abandonar el medio y buscar otro donde su ideología cuadre mejor. Esperar a que lo echen opinando en contra de lo que la propia emisora dispone, es plantear un juego perverso para luego quedar como víctima del sistema que a ellos mismos los ampara, pero al que no dudan en cuestionar cuando les conviene.
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