martes, 13 de mayo de 2008

BANALIDAD Y POBREZA ARGUMENTAL

“Un personaje insignificante, Rubén Manusovich, alguien que se representa a si mismo, fue a Gualeguaychú y recibió lo que fue a buscar”.
Así arrancó su comentario por LS10-Radio del Plata el periodista Alfredo Leuco, el lunes por la tarde para referirse a la brutal e injustificable golpiza que recibió el presidente de Fedecámaras a manos de los chacareros arengados por el personaje Alfredo de Angeli. Una manera repudiable desde todo punto de vista de comenzar un comentario periodístico porque en sí mismo, busca justificar la agresión recibida por el dirigente empresarial.
La postura de Leuco, a quien conozco y le reconozco trayectoria periodística, no puede ser admitida con tanta liviandad mediante el silencio de la corporación a la que pertenezco. Admito que Leuco no esté de acuerdo con la posición de Manusovich o de Fedecámaras. Acepto que Leuco este jugado plenamente con la gente que dice ser “del campo” o con las organizaciones que representan a un sector minoritario del agro. Lo que no acepto es que dentro de ese juego de librepensamiento se justifique una agresión física contra una persona que, simplemente, pretendió entablar un diálogo con los referentes de la protesta para sugerirles que sigan protestando pero que no impidan el paso del transporte de alimentos para evitar el desabastecimiento.
Siempre sostuve que cuando se acaban los argumentos para entablar la polémica y la discusión, inevitablemente, sobreviene la violencia verbal, que es la antesala de la agresión física. La actitud de los chacareros entrerrianos y el comentario de Leuco el lunes por la tarde en Radio del Plata, desnudan la pobreza argumental que ambos tienen para explicar y sustentar sus posiciones. Peor aún es el caso de Leuco, ya que en tanto periodista, debería tener un bagaje informativo y cultural lo suficientemente amplio y sólido para exponer sus puntos de vista sin caer en la brutalidad de la justificación de la violencia.
No lo escuché en ocasiones anteriores, pero si tengo que seguir el hilo de este razonamiento, imagino que habrá sido durísimo con Luis D’Elía cuando este le pegó una trompada a un manifestante en Plaza de Mayo, luego de soportar sus insultos y diatribas durante casi una cuadra. Supongo que, como contra partida, habrá sido muy crítico con D’Elía sobre todo por su condición de “piquetero” o dirigente oficialista. Si así fue (y la verdad es que no tengo muchas dudas de que haya sido así, porque este es el razonamiento de los “grandes medios periodísticos” como el que conchaba a Alfredo Leuco) mi colega habrá caído en la banalidad de muchos que entienden que hay violencias buenas y violencias malas. Violencia buena y, por ende justificable, es la de los chacareros contra Manusovich. Violencia mala y, por lo tanto repudiable, la de D’Elía contra el manifestante.
Así, los medios dominados por los dueños del poder, construyen su discurso para la adecuación de la realidad. Mediante engaños, sofismas, artilugios discursivos o barbaridades incomprensibles como esta, que luego son “compradas” por el consumidor promedio de esos medios. Este comportamiento, que desde luego no es el único, es el que pone de manifiesto la necesidad imperiosa de modificar de manera urgente la ley de radiodifusión. Esa ley, por sí sola, no modificará el contenido de los medios actuales. Sus dueños y empleados están convencidos de lo que hacen y cómo lo hacen. Pero sí, en cambio, permitirá la aparición de otros medios en manos de otros sectores sociales que construyan un discurso diferente, mucho más cercano a los intereses de la sociedad, mucho más inclusivo y democrático, mucho más comprometido con el interés común. La presencia de medios con esa construcción discursiva se hace urgentemente necesaria para contrarrestar el otro frente. El que está conformado por medios y periodistas que terminan confundiendo y engañando a la opinión pública, instalando barbaridades que incluyen hasta la justificación de la agresión física según quien sea el destinatario por el simple hecho (o tremendo pecado, según se mire) de pensar distinto.

Hasta el próximo post.

lunes, 12 de mayo de 2008

¡QUE ALGUIEN RESPONDA ESTAS PREGUNTAS!

Esta bien. Creo que ya es suficiente. Mucha difusión mediática al tema del lock out de un sector del campo (porque la protesta no la realizan todos los que trabajan en el campo). Mucha pulseada entre los dos bandos en pugna. Mucha discusión en torno de los alcances de las medidas que dispararon el conflicto. Es hora de comenzar a correr el eje de la discusión y colocarlo en el centro de los temas que deben ser resueltos en serio en la Argentina.
En el medio de la vorágine “campera”, por denominarla de algún modo, uno no puede dejar de preguntarse algunas cuestiones. Por ejemplo ¿porqué no se aplica la ley de desabastecimiento contra los grandes grupos empresarios con posición dominante de mercado, productores de alimentos, que en el último año aumentaron sus márgenes de ganancias en casi un 85 por ciento promedio? Vale la pena al respecto leer el informe de tapa de Pagina 12 del domingo 11 de mayo.
¿Porqué no se ejerce una verdadera presión política contra las empresas petroleras que promueven un claro desabastecimiento de combustibles en el mercado? O mejor aún, ¿porqué no se ajusta el porcentaje de las regalías que las exportaciones de hidrocarburos deberían dejar en el país? Estoy absolutamente de acuerdo con las retenciones a las exportaciones agrícolas. Incluso estimo que deberían ser más altas para que con parte de ese dinero se subsidie mejor y de manera más eficaz a los pequeños agricultores que se dedican a cultivar la tierra para producir alimentos y subsistir familiarmente. Pero no entiendo porqué no se aplica con más rigor esa medida para las petroleras.
¿Ya se abandonó la discusión para aplicar una medida similar a las empresas mineras que generan uno de los saqueos más vergonzantes de que se tenga memoria en la Argentina post-colonial?
¿Porque no se discute la eliminación del 21 por ciento de IVA a los alimentos de primera necesidad? Lo que se deje de recaudar por medio de ese impuestos regresivo hasta la médula se puede obtener a través de más impuestos a la riqueza, las transacciones financieras o cualquier otro tributo que grave las ganancias exorbitantes que los grupos más concentrados han obtenido en los últimos 20 años.
Si las más recientes mediciones revelan un aumento en los índices de pobreza, desnutrición infantil, mortalidad infantil y deserción escolar, ¿porqué no se adoptan las medidas necesarias, sencillas por otra parte, para revertir esos números antes de que sea demasiado tarde?
Acaso ¿no serían estas medidas concretas y directas para efectivizar una mejor y más justa distribución de la riqueza?
No tengo dudas en defender a esta administración, aún con sus contradicciones y falencias, debilidades e incongruencias. Sobre todo si lo que se propone como alternativa tiene que ver con los sectores más reaccionarios de la política argentina, encarnados en las sociedades rurales, confederaciones agropecuarias y, desde hace poco tiempo, las federaciones que dicen ser agrarias pero que hoy tienen más en común con los terratenientes que con los trabajadores del campo, los nostálgicos de las dictaduras, los acólitos de Alfredo de Angeli, el nuevo “Blumberg agrario”.
Pero ese apoyo también me obliga a recordarle que hay una larga lista de cuentas pendientes, entre las cuales figuran las pocas mencionadas en este post. Cuentas que van devengando intereses mucho más pesados y difíciles de pagar que los que provoca la deuda externa, hoy tan abultada como hace cinco años, a pesar del canje de bonos y de la cancelación con el FMI.
Este gobierno, con todos sus defectos, cuenta con posibilidades estructurales inmejorables para resolver estos problemas. Posibilidades generadas en los últimos 5 años. Es decir, atribuibles a su propia gestión. Pero pareciera que hay una especie de karma ineludible en la dirigencia política argentina que la lleva a rifar de manera lamentable las oportunidades históricas. ¿Hay que seguir esperando? Y de ser así ¿qué es lo que hay que seguir esperando? ¿Cuánto más hay que seguir esperando? Porque la verdad es que yo ya no tengo más ganas de seguir esperando cuando veo que esas condiciones objetivas en lo político y lo económico están dadas desde hace bastante tiempo. Me niego a convertirme, como tantos otros, en el “hombre que está solo y espera”. Por otra parte, Scalabrini Ortiz no nos perdonará nunca que aceptemos mansamente asimilarnos al personaje de su libro.

miércoles, 7 de mayo de 2008

CRISIS ALIMENTARIA: ¿FALTAN ALIMENTOS O SOBRAN HABITANTES?

Quizás la pregunta sea demasiado absoluta en sí misma. Acaso no permita el mejor de los abordajes sobre un tema que, por otra parte, no es nuevo. El hambre en el mundo lleva décadas sin resolverse, mientras cada vez se amplían las superficies cultivadas y se multiplican las producciones de alimentos. Pero ¿cómo es posible entonces que hoy se vuelva a alertar acerca de una crisis de alimentos y la inminencia de otra ola de hambre para más de mil millones de personas en el planeta?
En una explicación demasiado sintética, podemos decir que el hecho de tener muchos recursos no nos garantiza por sí solo la resolución de nuestros problemas. Por ejemplo, ganar un buen salario no significa de antemano que nos vaya a alcanzar para cubrir con holgura nuestras necesidades. En realidad, la resolución de tales problemas debe estar basada en una correcta administración de esos recursos. Y quizás allí radique el origen del problema. La periodista Frida Modak, quien fuera secretaria de prensa del presidente de Chile Salvador Allende, sostiene que la inequitativa distribución de la riquezas y, por ende, de los alimentos que se producen en el mundo, es lo que está generando tamaño desorden con las peligrosas consecuencias alertadas.
Pero habría que agregar a esa posibilidad una más inquietante aún y que se relaciona con el título asignado a este post. La demanda de alimentos por parte de los países del mundo industrializado es cada vez mayor como consecuencia de un aumento del consumo per cápita en cada uno de ellos. Esa demanda impulsa la suba astronómica de los precios de las materias primas en el mercado internacional, redondeando un excelente negocio para los productores y multinacionales alimenticias. Al mismo tiempo se esta dando de manera vertiginosa una diversificación en la utilización de los cultivos para la elaboración de combustibles alternativos, denominados genéricamente biocombustibles. Además y de acuerdo con un informe de la periodista Frida Modak, investigadores norteamericanos desarrollan baterías que funcionan a base de azúcar para el funcionamiento de aparatos de alta tecnología como celulares, i-pods, note books y reproductores portátiles de música que estarían disponibles dentro de 2 ó 3 años. Este panorama explica en buena medida los aumentos de entre un 80 y un 130 por ciento en el precio de los cereales y oleaginosas entre 2007 y comienzos de 2008, incrementos que se trasladan automáticamente a los valores de los alimentos que con ellos se elaboran, poniéndolos fuera del alcance de millones de personas en todo el mundo, que sobreviven apenas con 1 dólar diario, según estimaciones de la FAO y el Banco Mundial. Sumémosle a esto, la prioridad que algunos de los principales países productores de alimentos le dan a los biocombustibles para conformar un cóctel verdaderamente explosivo.
Frente a este cuadro de situación es legítimo preguntarse si lo que en realidad ocurre en el planeta es que sobra demasiada gente. Si Argentina, al menos en teoría, produce alimentos para casi 300 millones de personas y otro tanto ocurre con otros países cuyas enormes extensiones territoriales le permiten producir alimentos en grandes cantidades, es inexplicable desde la utilización de la lógica que aún haya gente que padece hambre. Sin embargo eso ocurre cada vez con mayor frecuencia.
Si las prioridades no incluyen a las personas, si los agronegocios funcionan con los fríos mecanismos de la toma de ganancias y el aumento de la rentabilidad, si estos funcionan simplemente con aquella porción de la población del planeta que dispone del dinero necesario para comprar comida (y que, desde luego, es minoritaria pero a la vez suficiente para redondear un buen negocio), si hoy el maíz, el azúcar, el girasol, la soja sirven más para alimentar motores que vidas humanas, quiere decir que nos han cambiado el paradigma del equilibrio vital que la naturaleza impuso desde hace millones de años. Es evidente que hoy tiene más importancia el funcionamiento de una maquinaria con una excelente relación entre el costo del combustible y el rendimiento final que alimentar a más de 1.000 millones de personas que padecen hambre extrema.
Alimentos no faltan, esto es cierto. ¿Sobra gente en el planeta entonces...?

Hasta el próximo post